Japón, exquisita en sus costumbres, moderna pero a la vez tradicional. Guarda en su interior verdaderas joyas que salpican sus islas de retazos del pasado. Y una de ellas es el Templo de Kiyomizu-dera, en Kyoto.
La misma tradición, su misma cultura nos invita a introducirnos un poco en la historia del Japón y remontarnos al siglo VIII, a la conocida como Edad Antigua o Kodai. En esa época la capital del país se había desplazado a Nara, en el año 710. Japón se abrió al intercambio cultural, y las influencias del continente llegaron hasta su nueva capital. El país avanzaba, y se empezaron a recoger las primeras crónicas históricas. Se centralizó el Gobierno y se censó a la población y a las tierras. Pero, no obstante, la familia Fujiwara encontró enormes dificultadas en controlar el país, pues aparecieron pequeños dominios que pretendían su independencia, llamados shoen. Dos religiones competían: el budismo y el confucionismo, y, producto de ello, surgieron por todo el país majestuosos templos. En el año 794, el Gobierno decidió el traslado de la capital del país a donde hoy día se asienta la ciudad de Kyoto, a Heian Kyo, en una llanura al pie de la montaña Higashiyama. Durante siglos Kyoto mantuvo su hegemonía como capital, y sus palacios y templos fueron utilizados por todos sus emperadores y shogunes.
Kyoto cuenta en la actualidad con 14 templos y monasterios reconocidos como Patrimonio de la Humanidad. De ellos, el más destacado y visitado es, sin duda, el Templo de Kiyomizu-dera.
Situado sobre la ladera de una montaña, y sobre un terraplén, el templo se levanta sobre pilares de madera, algunos con más de diez metros de altitud desde el fondo del barranco. Pero gracias a su privilegiada posición, desde el Templo se puede dominar toda la ciudad de Kyoto. El espacio que hay justo enfrente, de gran amplitud, al que se asoma un balcón en madera roja se llama Kiyomizu no Butai. Hay un dicho en Japón…
“Kiyomizu no Butai kara tobi-oriru” (saltar desde el mirador de Kiyomizu) cuando los japoneses quieren referirse a la toma de una decisión que supone un cambio de vida. El templo fue propuesto al emperador Kanmu, el primero de la época Heián. Y fue construido en honor a la diosa Kannon Bosatsu. Desgraciadamente, este templo, que surgió del sueño de un monje, como cuenta su Leyenda, fue destruido por un pavoroso incendio en el año 1629, aunque posteriormente, cuatro años más tarde, se inició su reconstrucción.
De las entrañas de Kyoto, dos estrechos y pendientes callejones, Ninen-Zaka y Sannen-zaka (más conocidos popularmente por “Pendientes de dos y tres años” pues marca la tradición japonesa que quien tropieza en ellos sufre dos o tres años de mala suerte) confluyen en el pasaje de Kiyomizu-zaka, desde donde ya enfilamos el famoso Templo. La primera imagen que se tiene de él es imponente: gradas, escaleras amplias, terrazas amaderadas, y su soberbio colorido. Compuesto el complejo por veinte edificios, dignos de visitar:
- La Puerta de los Dos Reyes, elevado sobre un atrio, con las tradicionales formas de los templos japoneses, con techos de ciprés y en cuyas escaleras destacan las imágenes de dos grandes leones que protegen el edificio que data del año 1478.
- La Puerta del Este, en colores rojos y blancos y del año 1607.
- La Torre de la Campana, del año 1596, en colores rojos y dorados.
- La Pagoda, junto a la anterior, la más alta del Japón con sus tres pisos.
- El Hon-do, el edificio más representativo y fotografiado de todo el complejo. Elevado sobre 139 columnas de madera, y asomado hacia el precipicio, con unas vistas imponentes del valle y de Kyoto. En su interior hay dos santuarios: uno externo hecho en madera, y otro interno realizado en piedra. El techo se alza a 16 metros de altitud.
- Y, por supuesto, la Cascada del Sonido de las Plumas, que hace referencia a una leyenda y que originó la construcción de este fabuloso complejo.
La misma tradición, su misma cultura nos invita a introducirnos un poco en la historia del Japón y remontarnos al siglo VIII, a la conocida como Edad Antigua o Kodai. En esa época la capital del país se había desplazado a Nara, en el año 710. Japón se abrió al intercambio cultural, y las influencias del continente llegaron hasta su nueva capital. El país avanzaba, y se empezaron a recoger las primeras crónicas históricas. Se centralizó el Gobierno y se censó a la población y a las tierras. Pero, no obstante, la familia Fujiwara encontró enormes dificultadas en controlar el país, pues aparecieron pequeños dominios que pretendían su independencia, llamados shoen. Dos religiones competían: el budismo y el confucionismo, y, producto de ello, surgieron por todo el país majestuosos templos. En el año 794, el Gobierno decidió el traslado de la capital del país a donde hoy día se asienta la ciudad de Kyoto, a Heian Kyo, en una llanura al pie de la montaña Higashiyama. Durante siglos Kyoto mantuvo su hegemonía como capital, y sus palacios y templos fueron utilizados por todos sus emperadores y shogunes.
Kyoto cuenta en la actualidad con 14 templos y monasterios reconocidos como Patrimonio de la Humanidad. De ellos, el más destacado y visitado es, sin duda, el Templo de Kiyomizu-dera.
Situado sobre la ladera de una montaña, y sobre un terraplén, el templo se levanta sobre pilares de madera, algunos con más de diez metros de altitud desde el fondo del barranco. Pero gracias a su privilegiada posición, desde el Templo se puede dominar toda la ciudad de Kyoto. El espacio que hay justo enfrente, de gran amplitud, al que se asoma un balcón en madera roja se llama Kiyomizu no Butai. Hay un dicho en Japón…
“Kiyomizu no Butai kara tobi-oriru” (saltar desde el mirador de Kiyomizu) cuando los japoneses quieren referirse a la toma de una decisión que supone un cambio de vida. El templo fue propuesto al emperador Kanmu, el primero de la época Heián. Y fue construido en honor a la diosa Kannon Bosatsu. Desgraciadamente, este templo, que surgió del sueño de un monje, como cuenta su Leyenda, fue destruido por un pavoroso incendio en el año 1629, aunque posteriormente, cuatro años más tarde, se inició su reconstrucción.
De las entrañas de Kyoto, dos estrechos y pendientes callejones, Ninen-Zaka y Sannen-zaka (más conocidos popularmente por “Pendientes de dos y tres años” pues marca la tradición japonesa que quien tropieza en ellos sufre dos o tres años de mala suerte) confluyen en el pasaje de Kiyomizu-zaka, desde donde ya enfilamos el famoso Templo. La primera imagen que se tiene de él es imponente: gradas, escaleras amplias, terrazas amaderadas, y su soberbio colorido. Compuesto el complejo por veinte edificios, dignos de visitar:
- La Puerta de los Dos Reyes, elevado sobre un atrio, con las tradicionales formas de los templos japoneses, con techos de ciprés y en cuyas escaleras destacan las imágenes de dos grandes leones que protegen el edificio que data del año 1478.
- La Puerta del Este, en colores rojos y blancos y del año 1607.
- La Torre de la Campana, del año 1596, en colores rojos y dorados.
- La Pagoda, junto a la anterior, la más alta del Japón con sus tres pisos.
- El Hon-do, el edificio más representativo y fotografiado de todo el complejo. Elevado sobre 139 columnas de madera, y asomado hacia el precipicio, con unas vistas imponentes del valle y de Kyoto. En su interior hay dos santuarios: uno externo hecho en madera, y otro interno realizado en piedra. El techo se alza a 16 metros de altitud.
- Y, por supuesto, la Cascada del Sonido de las Plumas, que hace referencia a una leyenda y que originó la construcción de este fabuloso complejo.
Muchas son las tradiciones y supersticiones que han acompañado a este bello monumento a lo largo de toda su Historia.
- Cierta mujer embarazada, en cierta ocasión, fue al templo y parió allí. Esa niña se convirtió años más tarde en la emperatriz Kokken. Desde entonces, muchas mujeres acuden allí a parir, buscando la buena suerte.
- Beber del agua de una de los chorros que caen en cascada dicen que da longevidad, pero si se bebe de los tres, ocasionará varios años de mala suerte, por codiciar más de lo que se debe.
- Hay dos piedras en el complejo de las que dicen, que si se camina con los ojos cerrados de la una a la otra repitiendo sin parar el nombre de la amada y se llega al final sin problemas, la unión será muy feliz.
Este es uno de los templos mas visitados en Japón cuenta con una gran cantida de leyendas e historias de las que hablaremos en otra ocasion...
Fuente: locuraviajes.com